Un año más, el 13 de julio, se celebró en el Collado de Ernaz, el Tributo de las Tres vacas. Por medidas de seguridad por la COVID, otra vez las lanzas volvieron a sustituir a las manos aunque a diferencia de 2020 sí se permitiió asistencia de público.
La niebla y las bajas temperaturas no amedrentaron las ganas de participar así que este rito ancestral, que se lleva celebrando 645 años, volvió a unir alrededor del mojón 262 a los representantes de los valles de Baretous y Roncal.
Carlos Anaut, alcalde de Isaba, volvió a preguntar hasta tres veces si venían dispuestos a pagar el tributo de las tres vacas, a lo que Pierre Casabonne, alcalde de Arette, acompañado de sus concejales contestó que: sí señor.
El ritual incluye la lectura del acta, que este año fue leída por Josune Sanz, secretaria de Isaba y Uztarroze. Cabe destacar que es la primera vez que una mujer se encarga de hacerlo. Se nombraron como guardas de monte a Pablo Fanlo y Damian Gorria por parte de Roncal y a Bernard Trey y a Antoine Conquer de Baretous.
Los de Ansó como manda la tradición ejercieron como testigos de este tratado de paz. Su alcaldesa Montse Castán y la concejalas Blanca Alfonso y Mari Carmen Sánchez acudieron vestidas con sus trajes tradicionales.
A continuación se procedió a elegir las tres vacas, que destacan por el dentaje, pelaje y cornaje. El encargado de su elección fue, un año más, el veterinario Pedro Oteiza.
